viernes, 2 de noviembre de 2012

Hablar dormido

Bueno. Acá estoy. Sentada, entre mucha gente, en un ambiente oscuro virado al naranja.
El chico que comparte el asiento conmigo ya me ofreció fernet varias veces. Estoy a minutos – o quizás a sorbos- de entrar en un estado de limbo.
Miro al escenario – chiquito, casero, montado de una manera completamente original.
Y ahí esta mi amigo, afinando su hermosa guitarra para cantarnos a todos con su hermosa voz y hacernos entrar a todos en ese estado de limbo.
El lugar es un antro bárbaro. Hay cuadros por todos lados, firmados, cada uno con sus respectivas definiciones y materiales. “aprendiz de simbiosis compuesta, acrílico sobre tela” dice uno.  
También hay cierto fetiche con los arboles. Otra de las paredes del hall principal tiene un árbol surrealista, negro, que va de la raíz hasta las ramas, y que por supuesto, termina en en una mano que se abre, llena de dedos.
-Esto me encanta, me digo todo el tiempo-  
Arranca radiohead, despacio, timido, lento. Todos cierran los ojos, algunos abren la boca, cada uno con su mueca, quietos.
Yo también los cierro, muevo la cabeza con radiohead, con sus rebotes, sus revires, y cada tanto vuelvo.
El chico del fernet me dice algo al oído, después me pasa el vaso.
Mi relajo es casi total. Yo empiezo a suponer después que hay cierta cosa con respecto a eso.
La bebida, sea cual sea, recorre el cuerpo marcando el paso, viene toda fría, y se va para la sangre. Uno toma porque quiere eso, un poco de frio en un cuerpo que esta dormido, blando, caliente.
Sumado a eso, también me doy cuenta, está mi voz, incallable, excitada, contenta.
Cuando tomo me pasa eso. Hablo dormida. Hay una emoción, una cierta conexión con la divinidad, bah, que se yo. Que sucede y que me inquieta.
De pronto estoy ahí, sentada, esuchando a mi amigo, que ahora le rinde culto a Nick drake. Y de pronto me levanto, me voy. Como en esa escena de Annie Hall, cuando Diane keaton se va de su cuerpo, se despersonaliza para no hacer el amor.
Yo por el contrario, hago un viaje, me enredo en un espiral mental, con las aspiraciones potenciadas a todo volumen.
Soy una heroína, una súper artista.
estoy leyendo en un escenario casero, en otro tiempo, embriagando con una lirica underground, a toda esa gente que parece sacada del living de Marta Minujin, que esta sentada y cruzada de piernas, que escucha, que disfruta, que se deja y se abandona.