viernes, 15 de febrero de 2013

Las fotos


Seguí buscando en el cajón pero solo estaban esas cuatro fotos, apiladas, una encima de la otra, sin querer despegarse, ni ser vistas. Las deje donde estaban, guardadas.
Baje al living. Abrí la computadora y me puse a terminar unas planillas de cálculo para el trabajo. Por suerte estaba sola en casa, Martín iba a llegar alrededor de las ocho.

Me hice un café, lo lleve para la mesa y después de un momento prendí la radio.
Di un par de vueltas alrededor de la cocina, abrí la ventana y deje que el aire me golpeará en la cara. Me volví a sentar. Subí el volumen de la música y mire de reojo el cajón. Me tente de volver a abrirlo, aunque de cualquier manera ya sabia lo que había ahí adentro. Lo abrí. Revolví todo, mis manos se escondían entre los papeles buscando nuevamente las fotos. Cuando las agarre las mire detenidamente - que hijo de puta.

Las deje arriba de la mesa. Separadas, una por una, en un orden cronológico azarosamente inventado:

Ella en un yate, lentes de sol color beige, mirando al horizonte. De fondo: el mar, Color verde oscuro, casi negro, de una tarde que estaba llegando a su fin.

Ella en la orilla del mar, de espaldas, flaca, short verde. Pelo ondeado.

Ella pasando el brazo por el hombro de mi novio. Con el otro, sostiene un vaso.
El, sonriente, en medio de la playa.

Ella en una avenida de Río de Janeiro; a sus costados, dos amigas.

Momentos después mire el reloj. Iban a ser las seis.

Busque mi teléfono. Abrí la agenda de contactos y marque el número de Ignacio.
Después de varios tonos escuche su voz. No hablamos mucho. Solo me detuve a pedirle disculpas por la tardanza de la semana pasada, que había estado ocupada y que justo ahora estaba sola en casa por si quería si quería tomar algo. Como no tardo mucho en decir que si, porque justo estaba cerca de acá, quedamos en vernos en media hora.

Ordene un poco living, guarde mi computadora, y ordene los papeles que había revoleado en el suelo. Después junte las fotos de arriba de la mesa, las apile todas juntas y las guarde donde estaban. Acomode un poco los almohadones del sillón y prendí unos sahumerios aromáticos.

Espere. Veinte minutos mas tarde tocan el timbre. Abrí la puerta. Era Ignacio: rubio, alto, con el portafolio de cuero en la mano.

– Pasa, dale. ponete cómodo.

Nos sentamos en el sillón. Tomamos una taza de café y nos quedamos charlando sobre unos temas de la oficina. Aunque no era nada muy importante yo lo miraba detenidamente. Lo escuchaba - sin muchas intenciones de seguirle el curso- y  solo le respondía con gestos. Mis piernas temblaban, y aunque estaba un poco dura, no paso mucho tiempo mas hasta que Ignacio decidió acortar la distancia que nos separaba en el sillón.
  
Tampoco había mucho tiempo, así que había que hacerlo rápido: nos empezamos a sacar la ropa de manera furiosa, mientras manteníamos con la boca un beso, beso que luego se volvió interrumpido, entrecortado por los espasmos.  

Yo lo abrazaba, con las uñas clavadas en su espalda y con la vista perdida miraba el cielo raso: short verde, pelo ondulado, la sonrisa de mi novio. lentes, playa, transpiración,

Cuando terminamos nos quedamos en silencio. Ahora los dos mirábamos el cielo raso, pero esta vez con la vista fija. – bueno, me tengo que ir. Me dijo Ignacio.
Junto la ropa que estaba en el suelo, se cambio y  le abrí la puerta.

Eran las ocho menos diez. Entre corriendo al baño y me pegue una ducha.
Minutos después se escucha un portazo.

- ¿ya estas lista? – me grito
- Si, ya casi estoy. Dame un momento, me estoy terminando de cambiar.

Martin se quedo en el living, se había sentado en el sillón y había prendido la televisión mientras me esperaba.
Cuando salí de la habitación, lo mire radiante. Me había puesto el vestido negro ajustado que le gustaba. Me acerque con una sonrisa y le di un beso.
- Bueno, ¿vamos? – me dijo, y me agarro de la mano.

Era noche de viernes. Así que, como era costumbre, salimos temprano de casa y nos fuimos a cenar a un restaurant de comida italiana.  

1 comentario:

  1. Genial. Es genial porque me hizo entristecer y enojar, entonces es genial jajajaja

    ResponderEliminar